Dina Boluarte, presidenta de Perú, contra las cuerdas: cirugías, relojes caros e impopularidad

Dina Boluarte, presidenta de Perú, juró el cargo el 7 de diciembre de 2022. Antes de cumplir un año, en las redes sociales el runrún era creciente: ¿Qué pasaba con su aspecto físico? Los cambios eran notables. Hoy, las "sugerencias" de destitución han tomado tanta fuerza como su nuevo rostro. No son solo solo las continuas cirugías estéticas que trata de ocultar, sino el tiempo que se toma para su recuperación, según una comisión del Congreso, que concluye que infringe la Constitución.

A la indignación por las ausencias se suman las acusaciones por el uso de relojes Rolex no declarados y el posible encubrimiento de un prófugo o su responsabilidad en las muertes ocurridas en las protestas contra su Gobierno. Todo esto lleva a los analistas de su país a pensar que su mandato culminará antes de la fecha prevista, el 28 de julio de 2026.

Incapacidad moral

Esta semana, la comisión de fiscalización del Congreso peruano aprobó un informe final que sugiere al pleno valorar su destitución por incapacidad moral.

Boluarte es cuestionada por, presuntamente, haberse ausentado del cargo entre junio y julio de 2023, tras someterse a cirugías estéticas que omitió informar al Parlamento. Entre otras mejoras, se retocó la curvatura de la nariz y eliminó las patas de gallo.

Según la exasistenta presidencial, Patricia Muriano, fueron cinco cirugías y doce días de reposo sin dar explicaciones. La defensa legal de Boluarte mantiene que las intervenciones quirúrgicas atendieron problemas de salud y que no se produjo un abandono del cargo. El médico que la operó ha rebatido esta versión a través de una carta notarial en la que pide una "rectificación pública y con respeto a la verdad".

El "Rolexgate"

En marzo de 2024, el medio digital "La Encerrona" informó que la mandataria lucía relojes de alta gama, algunos Rolex, sin haber rendido cuentas sobre su procedencia. Dos semanas después, la Fiscalía ordenó un registro de la casa de la presidenta en busca de indicios de enriquecimiento ilícito. Al parecer, las joyas -tres relojes, una pulsera y unos aros- fueron un obsequio de Wilfredo Oscorima, gobernador de Ayacucho, como parte de una contraprestación por mayor presupuesto a la región. La explicación no mejoró las cosas.

Mientras esto ocurre, los índices de popularidad han ido cayendo en picado. Solo un 2,4% apoya su gestión y sus apariciones públicas son cada vez más restringidas. Cuando lo hace, no escatima en ataques a la prensa. Según los medios peruanos, la presidenta lleva más de 200 días sin hablar con los periodistas. "Los noticieros nos quieren acribillar y arrinconar", indicó Boluarte en una cadena nacional en marzo pasado. Acusó, además, a la prensa de promover un "golpe de Estado blando" con el registro de su vivienda.

Para el analista político Jeffrey Radzinsky, "Boluarte fue impopular desde el primer día y su comportamiento errático le ha perjudicado cada vez más. Creo que el primer grave error de Boluarte al asumir el cargo (tras el fallido golpe de Estado de Pedro Castillo) es que se prestó, a las pocas semanas, junto al Congreso de la República, a un espectáculo burdo, de mostrar una intención de adelantar las elecciones generales, que luego fue descartada por ella misma".

Una realiad ficticia

La politóloga Katherine Zegarra coincide en esa lectura y añade que la presidenta busca sobrevivir bajo las normas constitucionales, pero no legítimamente. "No ha tomado banderas ni se ha comprometido a solucionar problemas importantes de interés nacional. El caso de las cirugías es elocuente porque estamos en un país donde cada vez cuesta más vivir y vemos a una presidenta que parece tener prioridades materialistas que calzan con lo frívolo". Por su parte, Luis Benavente, director de la consultora Vox Populi, concluye que está viviendo una realidad ficticia y se ha olvidado de que es presidenta de Perú.

Boluarte nació el 31 de mayo de 1962 en la localidad de Chalhuanca, Apurímac, en una familia modesta y de raíces andinas. Es la menor de 14 hermanos y creció hablando quechua y español. Se licenció en Derecho en la Universidad San Martín de Porres (2005). Estuvo casada con David Gómez Villasante desde 1992 hasta su divorcio, en 2010. El matrimonio tuvo dos hijos, David Eduardo, economista y diplomático, y Daniel Felwig, músico. Ninguno de los dos ha querido asumir el cargo de "primer caballero".